Unas veces porque quieres pero te cuesta mucho tomarla por diversos motivos...
...y otras porque no quieres, pero debes hacerlo por tu bien y/o por el de los demás...
Todo principio lleva implícito un final, y si hace falta decisión para empezar, más difícil es la decisión de acabar. Nunca es fácil tomar una decisión. No es fácil tomar "la decisión". Por eso... en ocasiones es mejor que la tome otro. ¿Cuántas veces nos ocurre que alguien hace lo que estabamos deseando hacer nosotros? ¿Cuántas veces la decisión del otro es el impulso que nos falta? ¿Cuantas veces las decisiones del otro son nuestra mejor decisión?... Cuando no es fácil dar un paso necesitamos un empujón. Y es que... es hora de poner un punto... y final.
"Aquel viejo colegio, los primeros guateques, el primer cigarrillo y los castos amores. Todavía la inocencia soñando disparates —rebeldías con regusto a pan y chocolate—.
Señor, cómo nos mata el tiempo. Cómo vamos quedándonos desnudos y solos, como fríos esqueletos de otoño. Pero no te preocupes, corazón, no me llores. Si anochece y no hay nadie, let it be."
Javier Salvago
No me puedo creer que a día de hoy, aún no hubiera puesto nada de ellos en mi blog...
Así que no he podido dejar de hacerle un guiño a uno de mis grupos favoritos, uno de los grandes, "The Beatles".
"Mi vida está hecha de noches, de lágrimas de estrellas, de lunas
frías y silenciosas. Como un ángel de las tinieblas se acostumbraron mis ojos a las calles oscuras, a la penumbra de los bares, a la luz, de neón, artificial. Gentes, recién llegadas de la tarde, aseguran que volvió la Primavera y en mi ropero sólo hay trajes negros, presentimientos negros, máscaras de amargura. Señora de los Cielos Luminosos, cuando no sea un maldito me haré unas alas -como Ícaro- e intentaré volar al sol."
"Era la hora. El momento se acercaba. La situación no podía seguir así. La lucha interior podía conmigo. Sentía que me iba a romper en pedazos en cualquier instante. Se agolpaban en mi cabeza tal cantidad de sensaciones que mi mente parecía incapaz de poner orden a aquel caos en el que aquel angel salvador de extrema belleza me había sumergido. Tenía que tomar una decisión. ¿Pero cuál era la correcta? O mejor dicho, ¿Qué era lo que yo más deseaba? No podía evitar sentir lo que, por naturaleza, sentía. ¿Era su sangre lo que más ansiaba en este mundo, o eran sus besos los que me mantendrían con vida para toda la eternidad?
Esta pregunta golpeaba una y otra vez mi cabeza, pero no podía permitirme más tiempo. Ya no. Demasiado daño le había causado ya. El simple hecho de dudar, era como una puñalada en su corazón. Y sin embargo ahí se encontraba, postrado ante mí, dispuesto a entregarme su vida. Desde el primer momento. Desde la primera mirada. Desde aquella tarde en que casi acabo con su vida. Cada vez que lo recuerdo no puedo evitar sentir rabia y repulsión hacia mí misma. Él era el bueno y yo la mala. El cuento de siempre. Siempre había sabido convivir con ello, en otras palabras, lo había asumido. ¿Qué otra cosa podía hacer si no? Era mi única manera de sobrevivir, aunque fuera a costa de otras vidas. Vidas inocentes que no merecían aquello. Pero nunca me había parado a pensar en ello. Me limitaba a sobrevivir. Matar gente y beber su sangre hasta calmar mi sed.
Hasta que apareció él.
Estaba arrodillada en el suelo, lista para atacar a mi próxima víctima. Y de repente, sin más, como si apareciera de la nada, me encontré con el ser más bello que jamás hubiera podido imaginar. Lo podía ver a escasos metros de mí, interponiéndose entre mi presa y yo. Como si la estuviera protegiendo, como si quisiera evitar que yo le hiciera daño. Era como una especie de angel de la guarda. Entonces nuestras miradas se cruzaron, y ambos nos sumergimos en los ojos del otro. La presa huyó, pero él se quedó ahí, paralizado, entregándose a mí. Yo, sin embargo, estaba confusa, mi instinto me decía que le atacara, el olor de su sangre hacía que la sed que tenía me quemara la garganta... Pero mi corazón se resistía y mi mente me decía que lo que más deseaba en este mundo era besarle. Hasta ese momento nunca me había sucedido una cosa así. Jamás había dejado a una presa con vida y mucho menos sentir algo tan fuerte y profundo hacia ella. Pero él era diferente. Y eso era lo que me había hecho llegar a esta situación.
En este instante, su cara se encontraba a escasos centímentros de la mía, y su cuello desnudo demasiado cerca de mi boca. Era tan fácil y a la vez tan difícil. Sentí que la garganta me quemaba y los dientes se afilaban debajo de mis labios.
Por última vez, mis ojos se volvieron a encontrar con los suyos y de repente, sin ninguna explicación, la sed desapareció. Fue entonces cuando comprendí que ya había tomado una decisión. Busqué a tientas su pecho y noté los latidos acelerados de su corazón. Atraje su cara lentamente hacia la mía y suavemente, mis labios se posaron sobre los suyos para sumergirnos juntos en la eternidad."
Me gusta hacer equilibrio entre los subrayados, jugar a la petanca con los puntos suspensivos, amenazar a la coma con que me la voy a comer. Tiznarme la cara con las letras en negrita, resbalar por la ladera de las cursivas, deslizarme como en un tobogán y aterrizar en un charco de tinta que evidencie mi rastro... Luego caminar con los ojos cerrados... Sin que me guíen... Donde me lleven mis pies...
Sólo el saber que existes ya hace que te odie. Te odio por cómo me miras, por como me hablas, por cómo te preocupas. Te odio por tus ojos, por tu voz, por tu sonrisa, me duele escuchar como te ríes, me duele ver que te acuerdas de mí, que te importo. Te odio porque te has metido en mi mundo y ahora no te puedo sacar, porque antes podía vivir sin ti, porque no necesitaba verte, porque me daba igual donde estuvieras. Te odio porque me haces sentir bien y no puedo decírtelo, te odio porque enciendes mi corazón y apagas mis palabras. Te odio porque desearía no conocerte, te odio porque por ti lloro, por ti río, por ti siento. Te odio porque sé que no te tengo, porque sé que me conoces y que sabes lo que por ti siento. Por eso te odio, porque lo sabes y no haces nada. Te odio porque no puedo decirte lo que ya sabes...