jueves, 19 de marzo de 2009

Amor ilícito




"Era la hora. El momento se acercaba. La situación no podía seguir así. La lucha interior podía conmigo. Sentía que me iba a romper en pedazos en cualquier instante. Se agolpaban en mi cabeza tal cantidad de sensaciones que mi mente parecía incapaz de poner orden a aquel caos en el que aquel angel salvador de extrema belleza me había sumergido. Tenía que tomar una decisión. ¿Pero cuál era la correcta? O mejor dicho, ¿Qué era lo que yo más deseaba? No podía evitar sentir lo que, por naturaleza, sentía. ¿Era su sangre lo que más ansiaba en este mundo, o eran sus besos los que me mantendrían con vida para toda la eternidad?

Esta pregunta golpeaba una y otra vez mi cabeza, pero no podía permitirme más tiempo. Ya no. Demasiado daño le había causado ya. El simple hecho de dudar, era como una puñalada en su corazón. Y sin embargo ahí se encontraba, postrado ante mí, dispuesto a entregarme su vida. Desde el primer momento. Desde la primera mirada. Desde aquella tarde en que casi acabo con su vida. Cada vez que lo recuerdo no puedo evitar sentir rabia y repulsión hacia mí misma. Él era el bueno y yo la mala. El cuento de siempre. Siempre había sabido convivir con ello, en otras palabras, lo había asumido. ¿Qué otra cosa podía hacer si no? Era mi única manera de sobrevivir, aunque fuera a costa de otras vidas. Vidas inocentes que no merecían aquello. Pero nunca me había parado a pensar en ello. Me limitaba a sobrevivir. Matar gente y beber su sangre hasta calmar mi sed.

Hasta que apareció él.

Estaba arrodillada en el suelo, lista para atacar a mi próxima víctima. Y de repente, sin más, como si apareciera de la nada, me encontré con el ser más bello que jamás hubiera podido imaginar. Lo podía ver a escasos metros de mí, interponiéndose entre mi presa y yo. Como si la estuviera protegiendo, como si quisiera evitar que yo le hiciera daño. Era como una especie de angel de la guarda. Entonces nuestras miradas se cruzaron, y ambos nos sumergimos en los ojos del otro. La presa huyó, pero él se quedó ahí, paralizado, entregándose a mí. Yo, sin embargo, estaba confusa, mi instinto me decía que le atacara, el olor de su sangre hacía que la sed que tenía me quemara la garganta... Pero mi corazón se resistía y mi mente me decía que lo que más deseaba en este mundo era besarle. Hasta ese momento nunca me había sucedido una cosa así. Jamás había dejado a una presa con vida y mucho menos sentir algo tan fuerte y profundo hacia ella. Pero él era diferente. Y eso era lo que me había hecho llegar a esta situación.

En este instante, su cara se encontraba a escasos centímentros de la mía, y su cuello desnudo demasiado cerca de mi boca. Era tan fácil y a la vez tan difícil. Sentí que la garganta me quemaba y los dientes se afilaban debajo de mis labios.

Por última vez, mis ojos se volvieron a encontrar con los suyos y de repente, sin ninguna explicación, la sed desapareció. Fue entonces cuando comprendí que ya había tomado una decisión.
Busqué a tientas su pecho y noté los latidos acelerados de su corazón. Atraje su cara lentamente hacia la mía y suavemente, mis labios se posaron sobre los suyos para sumergirnos juntos en la eternidad."




[13-12-08]
Elvira León

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